Pocas son las bandas que logran transmitir al 100% la atmósfera que se proponen lograr en un disco conceptual. Hacerlo dos veces, ya es una cuestión de avaricia. CRIES nos trae desde Chile la secuela de su disco debut, llamado Psicópata, que abordó diez horribles asesinatos ocurridos en el país andino, condensados en la forma de un brutal death metal que lo único que logran es potencia el sentimiento que tanto la sociedad y los estímulos negativos percibido por el entorno, pueden desarrollar la formación de un psicópata. Otro dato interesante, como ya sabemos, es que les dió la oportunidad de realizar una gran gira sudamericana, inclusive pasando por nuestro país (cita a la cual tuve el gusto de asistir, en el marco del Festiterror en el mítico Club V, allá por 2018).
Psicópata 2: El momento de la muerte, cómo se titula este disco, se empezó a materializar con el lanzamiento de “El ritual de la sangre”, que fue el primer single que pudimos conocer de esta colección, que salió allá lejos en diciembre de 2020, y que luego dió paso a “El monstruo de los Andes” y “La casa del horror”, canciones que trajeron sus respectivos videoclips por parte de Underfilms, y que dieron inicio a esta interesante y cruda colección de relatos. En “El ritual de la sangre”, que está basada en los crímenes cometidos por Magdalena Solís y su secta, en los años ’60 en México, se puede vislumbrar la nueva temática de estos temas era que, si bien se mantenía el concepto de asesinatos, decidieron extender su relato a crímenes a manos de conocidas sectas y psicópatas, hacia los confines de toda Latinoamérica, para traernos con su característico poderío, que no sólo se puede ver reflejada en sus letras, sino también en un sonido más lúgubre, pero que también se había tornado más visceral y técnico, en un deathcore progresivo, por qué no.
Ya con álbum completo en todas las plataformas, nos encontramos con una recopilación de crónicas televisivas sobre asesinatos previa al inicio de la brutalidad con “El ritual de la sangre”, que cumple la función de apertura. Posterior a ella, suena “Los narcosatánicos”, seguramente basado en los tétricos Matamoros de los ’80, en un tema que es realmente magnífico, explotando todo el poderío de la banda, a la vez que cantan una crudas líneas: “Con el sonido del machete impactando directo en la cabeza, así comenzaba el sacrificio…” y que luego del segmento medio repita una y otra vez una frase que ya escuchamos: “el momento de la muerte es apasionante”, que refuerza mi idea que siempre ha existido un matrimonio, una inequívoca unión entre los males de la existencia con el heavy metal.
Es esta frase la que da pie al ya mencionado “El monstruo de los Andes”, en referencia al conocido asesino serial chileno Pedro Alonso López, que retoma donde termina la anterior, y posteriormente continúa el último single previo al lanzamiento del disco, “La casa del horror”, que cuenta con Eduardo Morales de BETRAYAL DEVOURS COWARDS, también de Chile, que le da el tono demoníaco a la historia argentina, que habla sobre “dos pequeños cuerpos descompuestos en la casa del horror”, crímenes de nuestro valuarte nacional conocido como “el Nene” Sánchez. Estas dos canciones apelan a ritmos más lentos, pero no menos viscerales, características más propias del deathcore de WHITECHAPEL.
“El crimen de la secta” arranca bien fuerte, sin dejarnos reponer de la inyección de odio que recibimos previamente, para permitir que Rod Pérez exhiba todo su arsenal, inclusive tirando unos increíbles pig squeals al grito de “fuera de sí”, en referencia una secta violenta y coercitiva, liderada por demente con delirios mesiánicos (me queda pendiente esta referencia exacta). Hay algunas polirritmias en la parte media que son brutales, que se compensan con la compañía de riffs tétricos que terminan trascendiendo hacia un final tenue de piano.
"...refuerza mi idea que siempre ha existido un matrimonio, una inequívoca unión entre los males de la existencia con el heavy metal."
“La bestia” es otro de los puntos más altos del álbum, en lo que es un tema que arranca de forma bien macabra: “cuando el momento sea el indicado, el horror comenzará”, en referencia al pederasta homicida de Luis Alfredo Garavito, para luego proseguir con machaques furiosos. Se destaca enormemente el trabajo de la viola, que lanza interesantes punteos y un solo en la mitad que es simplemente magnífico. Sin tiempo de reacción, sigue “La hiena de Querétaro” arranca también forma repentina con polirritmias y voracidad, relatando los crímenes de Claudia Mijangos, otrora reina de belleza, que masacró brutalmente a sus hijos durante el lapso de 3 hs: “sus hijos, sus víctimas, su aberración”. Hacia el final se anima a unas líneas melódicas que podrían tranquilamente imitar aquellas de oraciones ritualistas, hasta que arranca con los gritos airados.
“El niño del terror”, que trata sobre el asesino en serie más joven de la historia del Ecuador, empieza con aires más bien thrasheros, hasta la llegada de furiosos blast beats. Sin embargo, en esta canción se puede explorar el lado más progresivo de la banda, con constantes cambios de ritmo y sentimientos instrumentales, a la vez que vuelve a exclamar la frase “el momento de la muerte es apasionante”. Por último, llega “El templo del pueblo”, que habla sobre el mayor suicidio colectivo de la historia, sucedido en Jonestown: “El veneno entró en sus cuerpos, quemando sus cerebros, eliminando sus recuerdos”, explotando con toda su velocidad, expresando la indignación ante la vista que habrá tenido los desafortunados de ver este espectáculo, con un Rod Pérez que lo resume en una sola frase “el templo del pueblo; se fue al infierno” antes de cortar abruptamente la canción, y el disco.
La producción de este álbum estuvo a cargo de CRIES junto con Erick Martínez, quien se encargó de grabar, mezclar y masterizar el disco en Orange Studio. CRIES está compuesto actualmente por Pablo Manzano (guitarra), Camilo Rivera (batería), Luis Vásquez (guitarra), Marco Baeza (bajo) y Rod Pérez (voz). Psicópata ll: El momento de la muerte ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales, sólo te queda ir, sentarte y disfrutar la experiencia.
Edición: Juan Manuel Páez